viernes, 25 de abril de 2008

El Gallo de Oro


Para el común de los lectores, Juan Rulfo escribió dos obras: “El llano en llamas” y “Pedro Páramo” pero también son suyos algunos guiones cinematográficos que constituyen verdaderas obras maestras olvidadas de nuestro cine tales como El despojo, cortometraje de 12 minutos dirigido por Antonio Reynoso y filmado en 1960 o La formula Secreta, mediometraje de 42 minutos dirigido por Rubén Gámez y filmado en 1964. Además de las ya conocidas versiones cinematograficas de sus obras como Talpa de Alfredo B. Crevenna, Pedro Páramo de Carlos Velo, El rincón de las Vírgenes de Alberto Isaac, ¿No oyes ladrar a los perros? de Francois Reichenbach, etc.

Intermedio entre esos dos estilos se encuentra el guión y novela corta “El gallo de oro”, de una extensión de 80 páginas, pero tan intenso como “Pedro Páramo” y lleno del sabor, lenguaje y vida que son tan naturales en “El llano en llamas”.

Es un relato lineal, con todo el juego creativo de un texto para llevarlo al cine. Existen pocos ejemplares de esta magnifica creación de Juan Rulfo, aunque se han realizado dos filmes con el tema del guión: “El gallo de oro” de Roberto Gavaldón, y “El imperio de la fortuna” de Arturo Ripstein. Ninguna de las dos versiones es fiel al original, que sigue en espera de ser llevado fielmente al cine. En cuanto al libro fue publicado por primera vez en l980 por Ediciones Era, con una presentación de Jorge Ayala Blanco, con el título “El gallo de oro y otros textos para cine”.

El argumento–guión de “El gallo de oro”, refleja el ambiente de las peleas de gallos, poker, albures y otros juegos de apuestas de las ferias mexicanas, principalmente del Bajío, Altiplano y centro del país. El personaje central es Dionisio Pinzón, campesino sin tierra y mucha hambre y tullido de un brazo, tan miserable que sepulta a su madre en un petate y atado con tablas viejas y apolilladas, a manera de ataúd, en la parte más miserable y alejada del camposanto. Es el pregonero y el más pobre de los habitantes del mísero poblado “San Miguel del Milagro”. Al referirse la miseria de Dionisio, el escritor utiliza este párrafo:“Tal vez fue entonces cuando odió a San Miguel del Milagro. No sólo porque nadie le tendió la mano, sino porque hasta se burlaron de él. Lo cierto es que la gente se rió de su extraña figura, mientras iba por mitad de la calle cargando sobre sus hombros una especie de jaula con los tablones podridos de la puerta, y dentro de ella, envuelta en un petate el cadáver de su madre”.Dionisio Pinzón ingresa al mundo de los palenques y las apuestas, gracias a un agonizante gallo de pelea al que cuida y resucita, y que fue el regalo burlesco de un gallero derrotado. Así obtiene riqueza y aprende las trampas y mañas de las peleas de gallo, pero sobre todo, conoce a Bernarda Cutiño, “La Caponera”, hembra cantadora bravía de palenques y cantinas, y que se convierte en su suerte, fortuna y fin.

Basta una primera lectura del guión original para comprender que su idea era crear un mundo extraño, apretado, misterioso tejido de relaciones entre dos seres marginales y errabundos: Dionisio Pinzón y La Caponera. Arrastrados por los vaivenes de la fortuna de los jugadores itinerantes, de gallos o de naipes, su designio consiste en vagar de feria en feria por el centro del país. A partir de la riqueza conseguida con su talismán, Dionisio se va carcomiendo desde afuera y desde adentro.

En el personaje de La Caponera la genialidad de Rulfo crea a una hembra libre, renuente a cualquier vida sedentaria. Ella domina y destruye a los hombres, como a Lorenzo Benavides, asociado de Dionisio y con el que pierde su fortuna en una jugada de naipes. Sin embargo toda su libertad y soberania no le alcanzan para librarse de Dionisio y de ser considerada por él como su talismán, la Suerte misma sobre dos pies, y no como mujer. Al final, domesticada, uncida por el macho y por su propio envejecimiento, la mujer acostumbrada a la libertad no puede sino marchitarse, volcandose en el alcoholismo para acelerar su deterioro.

El ocaso de La Caponera marca también el derrumbe de Dionisio con un suicidio en plena ruina, mientras que “La Pinzona”, hija de ambos y también llamada Bernarda, encuentra, al igual que su madre, la ruta de los palenques y las cantinas, con el mismo afán de libertad, único elemento de riqueza que vale la pena conservar.

Los dos filmes hechos sobre este guión de Rulfo, son de buena factura y narración, sin embargo ninguna llega a las descripciones íntimas, emocionantes y realistas del texto. Juan Rulfo demuestra que más allá de la violencia, el caos y la fortuna, los personajes se encuentran con la nada, con la Muerte, en donde el dinero y las posesiones no existen. En algunas antologías aparece este texto de Juan Rulfo, todo es cuestión de buscarlo. Se pueden encontrar ejemplares de ERA en las librerías. Vale la pena leerlo, sobre todo para conocer otro Rulfo. En “El gallo de oro” escribe sin los adornos literarios, sin el preciosismo de “Pedro Páramo” o el ritmo desgarrador y amargo de “El llano en llamas”. En este argumento el lenguaje es lineal, práctico y muy directo. Una muestra de las enormes capacidades literarias de Rulfo, tales que no necesitó escribir más para obtener un sitial de honor en la literatura.

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