lunes, 31 de marzo de 2008

Quo Vadis?

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Las novelas paleocristianas son novelas que tratan de narrar la historia de los primeros cristianos, en especial los que vivieron justo después de la muerte de Cristo y las persecuciones que sufrieron, puede tenerse por un subgenero de la novela Histórica. Podemos mencionar títulos tan conocidos como: Ben-Hur, Los últimos días de Pompeya, Fabiola, Los pecados de Herodes, La hija del fariseo (no tan famosa pero muy buena), entre otras. De estas, la novela que más me gusta es la de Quo Vadis del polaco Henrik Sienkiewics y dentro de está mi personaje favorito es Chilo Chilonides. Para quién no lo conozca helo aquí:

Chilo Chilonides: - Soy cínico, porque llevo un manto agujereado; soy estoico, porque soporto con paciencia la pobreza; soy peripatético, porque como no poseo una litera voy a pie de una tienda de vinos a la otra y en el camino enseño a todo aquel que promete pagarme el valor de un cántaro de vino.
Petronio: - ¿Y ante el cántaro te vuelves un retórico?
Chilo Chilonides: - Heraclito declara que "todo es fluido" ¿podrías tú negar, señor, que el vino es fluido?

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Vinicio: - ¿Te has ocupado antes en servicios de este género? (Vinicio, sobrino de Petronio le encargó la búsqueda de Ligia, su amada)
Chilo Chilonides: - En el día estiman los hombres en demasiado poco la virtud y la sabiduría, para que un filosofo no se vea en la necesidad de buscar otros medios de subsistencia.
Vinicio: -¿Cuáles son tus recursos?
Chilo Chilonides: - Saberlo todo y servir con mis noticias a todos los que de ellas tengan necesidad.
Vinicio: - ¿Y quién paga eso?
Chilo Chilonides: - ¡Ah señor! Necesito comprar un copista. De otra manera mi sabiduría perecerá conmigo.
Vinicio: - Si hasta hoy no has logrado reunir lo bastante para comprar un manto nuevo, no pueden ser tan famosos los servicios tuyos.
Chilo Chilonides: - La modestia es mi rémora. Pero ten presente, señor, que en la actualidad no existen benefactores de esos que antes fueron numerosos, y para quienes había tanta satisfacción en llenar de oro, a cambio de un servicio, como de tragarse una ostra de Puzol. No, mis servicios no son pequeños, como es hoy pequeña la gratitud de los hombres.


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Chilo Chilonides: - ¿No les has visto hacerse entre ellas algunos signos inteligentes para ellas solas?
Vinicio: -¿Signos? ¡Aguarda! Si; vi una vez que Ligia dibujaba un pescado sobre la arena.
Chilo Chilonides: -¿Un pescado? ¡Ahhh! ¡Ohhh!
Vinicio: -¿Y tú adivinas lo que significa?
Chilo Chilonides: ¡Que si adivino! ¡Quiera la fortuna derramar toda clase de bendiciones sobre ambos, dignos y nobles señores!
Chilo Chilonides (Monologando): - Es menester que vaya a casa de Esporo y escancie un poco de vino a la fortuna. ¿Conque ella trazo un pescado sobre la arena? ¡Si sé lo que eso significa que me atoren con un pedazo de queso de cabra! [...] Con otra bolsa como esta, podré arrojar lejos la alforja del mendigo y comprarme un esclavo. Mas, ¿qué dirías tú, Chilo, si yo te aconsejase que no compraras esclavo sino esclava? Yo te conozco bien y sé que tú consentirías. Y si la esclava fuera bonita y joven, tú mismo te rejuvenecerías a su lado y al propio tiempo sacarías de ella una buena renta y segura.

Ya en la taberna:

Chilo Chilonides: he trabajado hoy con Séneca desde el amanecer hasta el medio día; y he aquí lo que me dio mi amigo al separarnos. (le muestra monedas de oro)

Chilo moja los dedos en el vino y dibuja sobre la mesa un pescado.

Chilo Chilonides: - ¿Sabes tú lo que significa eso?
Esporo: - ¿Un pescado? Pues, un pescado... si, eso es, un pescado.
Chilo Chilonides: - Tu eres un zote, si bien pones tanta agua en tu vino, que bien pudieras encontrar un pescado en el. Esto es un símbolo que, en el lenguaje de los filósofos, quiere decir: "la sonrisa de la fortuna". Si tú lo hubieras adivinado, también habrías podido hacer una fortuna. En verdad te digo: has de hacer honor a la filosofía, si no quieres que cambie de taberna, proceder que desde hace tiempo, me ha venido recomendando mi personal amigo Petronio.

En otra entrada pondré la carta que Petronio le escribe a Nerón (en la novela) antes de cortarse las venas. Ahhh porque me faltó aclarar que dentro de Quo Vadis hay personajes reales, que en verdad existieron tal es el caso de Petronio (el arbiter elegantiae que se dice es el mismo Petronio que escribio El Satiricón), Tigelino, Lucano, Popea, Neron, etc.


domingo, 30 de marzo de 2008

Las Mujeres Alacranas

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Con este escrito de un zacatecano, que ahora no recuerdo el nombre, me estreno en el sub-mundillo de los blogs.

Este escrito lo encontre en internet hace un tiempo, me gustó y lo copie. Ahora lo he buscado y resultó que ya no está y me pareció que es digno de que el mundo lo admire. Una disculpa al autor por no darle los créditos merecidos, pero no tengo su nombre, solo recuerdo que fue escrito en Jerez, Zacatecas (si mi memoria no me falla).


Las mujeres alacranas son volubles, caprichosas, egoístas, insaciables y rencorosas. Maúllan y ronronean como gatas. Sin embargo, lamen y muerden como perras. Claro, esto todo el mundo lo sabe.

Las mujeres alacranas guardan su veneno entre las piernas y pobre del incauto que comete la tontera de irse a meter ahí, o se ponga a beber las aguas tibias y perfumadas de ese manantial. Si lo hiciera, el corazón se le irá secando como higo, perderá la razón y la memoria.

Las mujeres alacranas son engañosamente dulces e inocentes. Se van entregando poco a poco. Son infieles por naturaleza. Lloran lágrimas de cocodrilo y sus palabras tienen el doble filo de una navaja.

Las mujeres alacranas llevan tatuada una estrella en cada pecho. Una estrella que brilla como faro en noches oscuras de tormenta brumosa. Esa luz enceguece, hipnotiza y enloquece de deseo a sus víctimas.

Las mujeres alacranas son vanidosas parlanchinas. Su cháchara es constante e interminable. Coquetas se miran a cada instante en el vidrio bruñido de los espejos, acomodan y reacomodan jugando una y otra vez sus cabellos. Se miran con tal insistencia porque tiene miedo de borrarse, de que la imagen se refleje en el azogue.

Las mujeres alacranas en lugar de entrañas (corazón, pulmones, estómago, tripas, útero) tiene un hueco, un socavón más negro que la boca de un lobo. Por lo tanto no pueden experimentar amor, odio, miedo, vergüenza....
Las mujeres alacranas no miran a los ojos. Rehuyen la mirada, la esconden. Son dos pozos profundos sus ojos, en cuyo fondo brillan dos carbones incandescentes. Su mirada es hipnótica. Paralizadora.
Las mujeres alacranas siempre están al acecho en busca de posibles víctimas . Se valen de miles de artimañas y artilugios. Camaleónicas cambian a cada instante de aspecto, metamorfoseando el cuerpo una y mil veces.
Los amantes de las mujeres alacranas sufren de constantes pesadillas, insomnios, alucinaciones y calenturas. Son muertos vivos. Pierden el gusto por vivir. Sobreviven sin recuerdos. Están secos por dentro. Se les deshidrata el corazón, los sesos y el triperío. Cuando caminan, si es que aún pueden hacerlo, los amantes de las mujeres alacranas, suenan sus cuerpos como ríos que arrastran millones de guijarros.
Las mujeres alacranas son inmortales, eternas. Caminan garbosas, tienen apariencia rutilante, divina, glamorosa, sus cuerpos son majestuosamente elásticos, de una belleza increíble. Sin embargo, nadie las recuerda. Las mujeres alacranas. Las cabronas mujeres alacranas.