Lo que hoy se llama en tonos grandiosos y conmovedores "la conquista de México", como muchas otras historias del Nuevo Mundo, contienen de todo, menos de un heroe.
La Conquista
La Conquista
Después de unas pocas décadas de gobierno español, las culturas indígenas del Caribe estaban practicamente destruidas, pero al oeste todavía quedaba todo un continente. Un decreto de 1503 incluía esa zona y legitimaba también el esclavizamiento de cualquier caníbal que pudiera haber. Algunas de las expediciones enviadas a la costa nunca regresaron, pero otras trajeron rumores de que las riquezas tan ansiosamente buscadas estaban en esas tierras inexploradas.
Un joven aventurero llamado Hernán Cortés al ofrecersele tierras en la isla de Santo Domingo contestó que él había venido al Nuevo Mundo en busca de oro y no a trabajar la tierra. Con esos propósitos, en abril de 1519 se unio en una expedición a la costa y para 1521 era el nuevo señor de México. Las propias cartas de Cortés y su biografía oficial contienen abundantes descripciones de actos que díficilmente pueden ser calificados de admirables bajo ninguna época: él mismo admite haber cortado las manos, quemado en la hoguera, emboscado, sitiado por hambre y torturado a indígenas de todas las clases sociales "para mayor gloria de Dios y Su Muy Católica Majestad" a ritmo genocida.
La parte de los vencidos estaba encabezada por el emperador azteca Moctezuma Xocoyotzin, una figura pasiva cuyo momento más dramatico fue su muerte, a manos de sus propios subditos o de los españoles, dependiendo de que versión se lea. Los aztecas pagarían por las fallas de caracter de su emperador, puesto que su sojuzgamiento fue el resultado del intento de Moctezuma de engañarse y engañar a sus súbditos acerca de la naturaleza de los españoles, ya que ninguna de las deidades conocidas por los aztecas se interesaban tanto por el oro como los pálidos advenedizos.
La primer reacción fue de asombro por parte de ambos grupos. A esta fase se le puede llamar como de shock cultural. Cada grupo se esforzaba por definir y entender la existencia del otro. Las armaduras brillantes, los perros de pelea y los hombres a caballo, considerados inicialmente como un único animal, asombraron a los aztecas.
Los españoles por su parte estaban impresionados por el nivel cultural de los indígenas. Tanto la capital, Tenochtitlan, como otras ciudades del imperio no tenían nada que envidiar a las grandes metropolis de Europa. Su tamaño, población, arquitectura y bienes culturales y el orden que imperaba en ellas eran, según el propio Cortés "casi increibles".
Debido a las vacilaciones de Moctezuma los españoles pronto estuvieron dentro de la ciudad, y se estableció entre ambas partes un acuerdo por el cual los aztecas reconocían al rey de España como señor supremo y a Cortés como su representante. Sin embargo, según escribió Cortés "pasados... 6 días después que en la gran ciudad entré y habiendo visto algunas cosas della... me pareció... que convenía al real servicio de vuestra majestad y a nuestra seguridad que áquel señor [Moctezuma] estuviese en mi poder y no en toda su libertad". El emperador fue convencido de trasladarse al alojamiento de los españoles. Esta acción llevó a una sublevación popular y a la muerte de Moctezuma.
¿Aztecas Caníbales?
Conquistadores y Misioneros
De la obra de Sahagun podemos sacar más observaciones. En el libro VIII dice que durante el señorio de Ahuítzol "acaeció muy grande eclipse de sol... y que habían de descender del cielo unos mounstruos que se dicen etzitzimime, que habían de comer a los hombres y a las mujeres". Este pasaje sugiere claramente que en la mitología azteca el consumo de carne humana estaba asociado con lo desconocido, temido y malvado, no con la mundanidad cotidiana. La mención del canibalismo en los relatos contrasta el bien y el mal.
Conclusiones
El consejo azteca reaccionó alzando por señor a Cuitláhuac, pariente de Moctezuma I de carácter mucho más enérgico, así se logro controlar la insurrección y organizar una guerra de resistencia. Cortés y sus hombres, cargados de tesoros, se vieron obligados a abandonar apresurada y desorganizadamente la ciudad, sufriendo numerosas bajas en lo que se llamo la Noche Triste. Los españoles se refugiaron en la vecina ciudad de Tlaxcala, independiente y enemiga de los aztecas. Después de un periodo de reparaciones y preparativos, los españoles y sus aliados indígenas volvieron sobre Tenochtitlan , gobernada ya por Cuahutémoc . Después de un prolongado asedio la ciudad se rindió. 100 años después del contacto y la dominación española, como resultado de la guerra, la intermitente resistencia, el hambre, la imposición de un régimen colonial duro y, principalmente, la introducción de enfermedades desconocidas hasta entonces, la población indígena del valle de México se había reducido de 1.5 millones de habitantes (estimados) a 70 mil.
El resultado de la aventura era algo muy semejante al genocidio, pero los españoles fueron capaces de racionalizar su acción: poco después de la conquista se hizo manifiesto que además de idólatras los aztecas eran sodomitas y antropófagos. Para el siglo XX la antropofagia de los aztecas habia llegado a ser un hecho etnohistórico y la única pregunta que queda en pie es cuántos eran los comidos y cual era la "verdadera" razón.
¿Aztecas Caníbales?
Cortés fue un aventurero por lo cual su legado literario es muy limitado. Al principio, como de costumbre, hubo algunas sospechas de los indios acerca de la naturaleza de los españoles registradas por Andres de Tapia. Por su parte los indígenas no dejaron de considerar la posibilidad de que los españoles fueran canibales, pero el desenlace de la guerra aseguró que la idea no se desarrollase plenamente. En contraste, la inicial idea española de que los indios eran antropófagos al igual que sus hermanos de las islas ha llegado a nosotros como un hecho histórico indudable. Sin embargo, es imposible rastrear esa idea hasta Cortés, el primer cronista de la era. Las relaciones escritas en el momento por participantes de la expedición aluden en unos pocos posibles casos al canibalismo, pero nunca afirman haberlo observado directamente.
En cambio las obras literarias de los conquistadores que escribieron sus memorias en una etapa posterior de la vida no fueron tan cautos. Para esos tiempos la racionalidad de la conquista y el carácter del gobierno colonial eran cuestionados y sucitaban candentes debates en las capitales europeas.
Así Francisco de Aguilar, uno de los lugartenientes de Cortés escribió, más de 50 años después de su regreso a España, que cuando los aztecas hacian un prisionero "lo asaban en hornillos y lo comían por manjar muy suave", también afirmaba que los indígenas "comen carne humana y la estiman más que otro alimento del mundo, tanto que muchas veces van a la guerra y ponen en peligro sus vidas solo por matar alguno y comérselo".
El escriba más prolífico resulto ser Bernal Díaz del Castillo, un oscuro soldado, que en su "verídica relación" menciona que los aztecas tenían en lugares especiales "indios e indias encarcelados y a cebo, hasta que estuviesen gordos para comer"; que cerca del templo mayor estaba la carnicería y cocina "donde cocinaban la carne de los tristes indios que sacrificaban y comían"; y que a Moctezuma "oi decir que le solían guisar carnes de muchachos de poca edad". A pesar de todo este descriptivo cuadro el autor no afirma haber visto comer a nadie; en cambio presenta un fantastico escenario bárbaro que lleva inevitablemente a la suposición de que los sacrificados eran comidos. Sin embargo una suposición no suple el no haber visto el hecho. Desde aqui se establece la lógica (si esque tal hay) de que un sacrificio humano conducia a un acto antropófago. Sin embargo esta afirmación es díficil de sostener ya que un hecho, el sacrificio humano, esta bien documentado y fue visto en numerosas ocasiones, y el otro no.
Conquistadores y Misioneros
En las crónicas de la conquista de México y de la cultura azteca hay dos clases de narradores: los aventureros y los misioneros. La visión de cada uno es opuesta. Los aventureros eran religiosos hasta el punto de creer que tenían una misión cristiana, sin embargo manifestaron, aunque con renuencia, su admiración por la cultura y espíritu marcial de los índigenas. Cortés comenta la piedad de los sacerdotes aztecas en contraste con lo que consideraba en vanal estilo de vida de ciertas órdenes religiosas españolas. En cambio, los misioneros presentaban un punto de vista más dogmatico. La compasión que sentían por los indígenas en cuanto seres humanos no era mayor que su virulento odio por casi todos los aspectos de la cultura indígena. Así el grupo de los conquistadores encomiaba la cultura azteca mientras eliminaban a sus representantes, mientras los misioneros defendían la vida de los indígenas mientras borraban de la faz de la tierra todo rastro de esa idólatra cultura.
Curiosamente, estos últimos son utilizados hoy como fuentes dignas de confianza para informarnos sobre la cultura azteca precortesiana, aún cuando ningun otro grupo ha tenido mejores razones o deseos de malinterpretar y distorsionar el material. Así tenemos que la principal documentación de canibalismo proviene de estas fuentes.
Fray Diego Durán nació en España en la década siguiente de la conquista, y su familia emigro a México siendo él un niño, de modo que Durán creció en la antigua capital azteca y es una fuente fundamental para el conocimiento de las costumbres caníbales de los antigüos mexicas. Así hace numerosas referencias a los sacrificios humanos y escribe "se los llevaban [los cuerpos] y se los comían". Pese a sus comentarios Durán nunca presenció un acto de canibalismo puesto que él mismo dice que la presunta costumbre habia sido abolida 50 años antes.
Otro monje que se cita frecuenemente en las fuentes antropofagas de los aztecas es Bernardino de Sahagun. Al igual que Durán estudió el nahuatl, y por medio de informantes y usando un cuestionario cuidadosamente elaborado registró sistemáticamente numerosos aspectos de la cultura azteca. El resultado de su trabajo son 12 libros de la cultura y la historia mexica y la conquista española que ha llegado a nosotros principalmente en el Códice Florentino. No cabe duda que los méritos intelectuales de Sahagun son muchos y, generalmente, esta por encima de todo reproche, pero al igual que Durán refleja muchas actitudes dogmaticas de su época. Así el primer libro, que presenta al lector los dioses de los antigüos mexicas, termina con una especie de sermón deplorando los errores y locuras que "por gran número de años" habían deslumbrado y desvanecido a la "infelicisima y desventurada nación".
Es sorprendente que a pesar de tan asombrosa y cruel costumbre solo 2 de los 12 libros de Sahagún mencionen el hecho de la antropofagia: el II y el IX solo contienen fragmentarias referencias a la comida de carne humana. Además no se trata de que los nformantes admitan haber participado ni haber presenciado el hecho directamente, los relatores solo dicen que el cuerpo de la victima sacrificada era llevado a la intimidad de la casa de un comerciante o de un calpulli donde se cocinaba y se comía. La idea de los informantes de que los consumidores eran de la élite tiene muchos de los prejuicios de clase que en toda sociedad existen. Cada libro contenía ilustraciones probalemente proporcionadas por los informantes y aportaban sus comentarios sobre las escenas pintadas. Es extraño que en la extensa obra de Sahagun de entre las cientos de pinturas solo exista una ilustración referente al canibalismo, y ni siquiera es un azteca comedor de carne, sino un azteca comido por sus enemigos. El hecho aparece en el libro IV como ejemplo de suerte particularmente mala que le podía acontecer a un guerrero.
De la obra de Sahagun podemos sacar más observaciones. En el libro VIII dice que durante el señorio de Ahuítzol "acaeció muy grande eclipse de sol... y que habían de descender del cielo unos mounstruos que se dicen etzitzimime, que habían de comer a los hombres y a las mujeres". Este pasaje sugiere claramente que en la mitología azteca el consumo de carne humana estaba asociado con lo desconocido, temido y malvado, no con la mundanidad cotidiana. La mención del canibalismo en los relatos contrasta el bien y el mal.
Conclusiones
Para terminar con este tema la única conclusión posible esque no hay pruebas concluyentes de canibalismo en ninguna de las culturas que hemos mencionado ni en ninguna otra. Sugerir que relatos de terceras personas es prueba suficiente de la existencia de esta costumbre, es tan válido como la suposición por parte de una cultura extraña de nuestras propias tradiciones antropofagas al conocer la existencia de mitos como los de Cronos que se comía a sus hijos o cuentos infantiles como los de Caperucita Roja, Hansel y Gretel, Jack y las habichuelas magicas, entre otros, donde abunda este hecho, o incluso el hecho simbólico de comer el "cuerpo y sangre de cristo" en la eucarístia católica que buena parte de la población mundial practica.
Toda la información de esta serie la obtuve del libro "El mito del Canibalismo" de W. Arens que está muy bien documentado. Ahi se amplia la información aqui presentada además de estudiar otros supuestos casos de canibalismo en tribus de Nueva Guínea, Africa y otras tribus Amerindias además de tocar el tema de la supuesta antropofagia en las primeras eras de la humanidad. Especial atención merece la única "prueba científica" del canibalismo en la tribu de los Fore de Nueva Guinea donde supuestamente el canibalismo es el responsable de la diseminación de la enfermedad del kuru, una enfermedad neurodegenerativa. No quise incluir esta tribu en la serie porque me pareció que era abusar mucho del libro, además de parecerme redundante el insistir, en este caso al igual que en los otros presentados, en que no ni la más mínima prueba, solo suposiciones. El caso de los Fore es interesante por el hecho de presentar que incluso los hombres de ciencia del siglo XX tienen los mismos prejuicios que los aventureros y misioneros del siglo XVI.
Para saber más:
El mito del Canibalismo. Antropología y antropofagia. W Arens. Ed. Siglo XXI.
4 comentarios:
Eres muy grande. Gracias por compartir esta información.
Muy bueno
Muy bueno
Se acaba de demostrar que los aztecas eran caníbales, y no solo con hombres, sino que también con mujeres y niños. Se acaba de descubrir este año en México una torre de cráneos de hombres, mujeres y niños, las mismas torres a las que se refería Tapia y Cortés. O sea que hay pruebas suficientes para asegurar que se trataba de una civilización muy violenta en la que se sacrificaban mujeres y niños. Un saludo.
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