viernes, 4 de julio de 2008

El mito del Canibalismo (II). Los Caribes



Con el descubrimiento del Nuevo Mundo y la reciente invención de la imprenta, el siglo XVI despuntaba con una verdadera explosión de conocimento potencial o la difusión de la ignorancia.


Las islas con que tuvo el primer contacto Colón estaban habitadas por arahuacos y caribes, dos grupos culturalmente distintos. Las islas del norte que comprenden las actuales Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y las Bahamas, estaban habitadas, salvo raras excepciones, por arahuacos que hablaban dialectos similares derivados de una lengua madre y compartían rasgos sociales y culturales. Su visión del mundo incluía el odio y miedo a los Caribes , sus vecinos diferentes y agresivos de las islas del sur: San Vicente, Santa Cruz y la Martinica. Colón se encontró primero con los Arahuacos quienes le informaron los chismes corrientes sobre sus enemigos del sur.


Según el diario de Colón los Arahuacos eran un pueblo pacífico y amable que dio la bienvenida a sus visitantes europeos con gran hospitalidad. Colón correspondió la cortesía informando a los reyes católicos que "son buenos para les mandar y les hacer trabajar, sembrar; y hacer todo lo otro que fuere menester...". El hecho de que no haya encontrado el oro y las especias que había prometido a la corona debió influir para esta insinuación sobre los potenciales beneficios de la esclavitud. También informo a los reyes católicos que los arahuacos le habían dicho que hacia el sur había "hombres de un solo ojo y otros con hocicos de perro que comían los hombres". Éstos eran también los consortes de las amazonas pues eran los únicos que tenían relaciones con "la isla de Matinino... que era toda poblada de mujeres sin hombres". No está claro como Colón llegó a poseer toda esta información pues su único interprete era un judío que "sabía diz que hebraico y caldeo y aún algo arábigo", que había sido expulsado de España en 1492 a bordo de la Santa María. Es posible que los Arahuacos hayan sido más benévolos en las descripciones de sus vecinos y que los comentarios más fantasiosos se deban a errores de traducción.


El propio Colón puso en duda las historias de los Arahuacos sobre los Caribes, comentando que los indígenas habían creído al principio que él y sus hombres eran antropófagos. Desgraciadamente el diario del almirante nunca fue publicado completo.


Al año siguiente el "Almirante de la Mar Océano y Virrey de las Indias" regresó al nuevo mundo con 17 barcos y 1500 hombres, en este segundo viaje aspiraba no solo a descubrir, sino también a colonizar. La "pacificación" de los hasta ahí nunca vistos Caribes era una de las tareas prioritarias, así que el primer desembarco tuvo lugar en la isla de Guadalupe. Los Caribes de esta isla huyeron de sus pueblos a la vista de los españoles. Sin embargo, un grupo que desembarco y recorrió las casas desiertas afirmó haber visto en ellas huesos humanos. También trajo consigo varias mujeres Arahuacas que declararon haber sido secuestradas por los Caribes. Según Bartolome de Las Casas, Colón aún no creía tales historias de horror.


El siguiente desembarco, en la isla que llamó Santa Cruz, pudo poner de manifiesto la utilidad de creer en los antropófagos: allí los Caribes lejos de retirarse, atacaron a los intrusos. La búsqueda de oro y especias seguía siendo un fracaso y con ello crecía la potencial significación del tráfico de esclavos. Los primeros Caribes capturados fueron enviados a España con una carta de Colón en que explicaba que lo hacía por el bien de sus almas. Así en sus declaraciones públicas continuaba cultivando el tema de los antropófagos mientras que la posibilidad del tráfico de esclavos iba adquiriendo una importancia cada vez mayor. Para su tercer viaje Colón tenía ya tanta experiencia que era capaz de reconocer a un antrpófago a simple vista; así, escribió sobre los habitantes de la costa de Honduras: "Otra gente fallé que comían hombres: la desformidad de su gesto lo dice".



Se estableció un sistema administrativo, la encomienda, que concedía a los colonizadores grandes extensiones de tierra junto con sus habitantes indígenas para proyectos agrícolas y mineros. Así, como Colón lo había previsto en el diario del primer viaje, los indios fueron obligados a trabajar en empresas españolas.


Los dóciles Arahuacos se sometieron al principio a las nuevas disposiciones , pero más tarde se revelaron varias veces ante la inhumanidad del sistema. Los españoles reprimieron esas sublevaciones con la mayor brutalidad, quemando vivos a varios caciques en el proceso. Un historiador contemporáneo estima que entre 1494 y 1508 murieron más de 3 millones de aborígenes en la isla de Santo Domingo como resultado de la pacificación española. Los caribes, que opusieron resistencia a la colonización desde el principio y como antropófagos, merecían mayor hostilidad naturalmente. Según Las Casas cualquier resistencia a la colonización era atribuida inmediatamente a los "caníbales". De esta manera canibalismo y resistencia llegaron a ser sinónimos y legitimaron las barbaras reacciones de los colonizadores


La política oficial de la Corona Española inicialmente había prohibido el esclavizamiento de los indígenas de las islas, puesto que se consideraba que la misión evangelizadora era más importante que los intereses económicos. Pese a las protestas y a las violaciones de los reglamentos, los monarcas mantuvieron esa política salvo en caso de presuntos caníbales. De esta forma las islas que se habían creído habitadas por Arahuacos resultaron, eliminándolas más cuidadosamente, estar plagadas de caníbales hostiles. Zonas cada vez más grandes fueron reconocidas como Caribes o caníbales y, por lo tanto, legalmente esclavizables.


Eventualmente los Caribes cayeron por completo bajo el dominio español y fueron enviados a islas distantes a trabajar en las minas y las plantaciones. Sin embargo recurrieron a la resistencia pasiva para evitar su completa aniquilación cultural. Resultaron ser malos esclavos, con una voluntad indomable que en ocasiones los llevaba al suicidio para escapar a la servidumbre. Además se negaron a aceptar la religión de sus conquistadores; algunos de los últimos representantes puros de la cultura caribe en la isla de San Vicente seguían rechazando el cristianismo a mediados del siglo XVIII, y los misioneros se vieron obligados a abandonar la isla al tener conocimiento de una conspiración para matarlos. En la Dominica, 25 años de trabajo evangelizador no produjeron un solo converso.


En general los europeos no lograron realizar sus sueños de riqueza en las islas, pero sí consiguieron terminar con los pueblos y las culturas indígenas del Caribe. Una vez consumidos los indios en las guerras de pacificación, las minas y las plantaciones, los europeos se vieron obligados a volver los ojos a otro continente en busca de fuentes alternativas de mano de obra. Otro continente igualmente plagado de salvajes antropófagos.










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