A mis veintimuchos años aún me enamoro o me enamorisqueo, que no es lo mismo, pero es igual. Y yo que creí que eso solo les pasaba a las jovencitas pubertas calenturientas, no a las mujeres experimentadas, desilucionadas de la vida y con complejos muy cabrones como yo.
Las únicas batallas que he perdido han sido con ese hideputa (como dijera Cervantes) llamado "amor". Por eso le propuse un trato, un convenio de no agresión. Él no me molestaría y yo no trataría de tenerlo a mi lado. Cada quién su vida y su camino y sus penas.
Ahora viene el maldito, rompiendo el trato, con otro rostro, otro nombre, otra voz, otras formas a tratar de engañarme (jaaa!) a MI, a mi que ya estoy cansada de pensares y pesares. Pero no, bichito, esta vez no me dañaras, ni siquiera te dejaré acercarte. ¡Conmigo te jodiste, cabrón! Ya yo tengo el antídoto para ti. Me costó muchos años, desengaños y desamores, pero ya tú no me jodes más.
0 comentarios:
Publicar un comentario