domingo, 30 de marzo de 2008

Las Mujeres Alacranas

Con este escrito de un zacatecano, que ahora no recuerdo el nombre, me estreno en el sub-mundillo de los blogs.

Este escrito lo encontre en internet hace un tiempo, me gustó y lo copie. Ahora lo he buscado y resultó que ya no está y me pareció que es digno de que el mundo lo admire. Una disculpa al autor por no darle los créditos merecidos, pero no tengo su nombre, solo recuerdo que fue escrito en Jerez, Zacatecas (si mi memoria no me falla).


Las mujeres alacranas son volubles, caprichosas, egoístas, insaciables y rencorosas. Maúllan y ronronean como gatas. Sin embargo, lamen y muerden como perras. Claro, esto todo el mundo lo sabe.

Las mujeres alacranas guardan su veneno entre las piernas y pobre del incauto que comete la tontera de irse a meter ahí, o se ponga a beber las aguas tibias y perfumadas de ese manantial. Si lo hiciera, el corazón se le irá secando como higo, perderá la razón y la memoria.

Las mujeres alacranas son engañosamente dulces e inocentes. Se van entregando poco a poco. Son infieles por naturaleza. Lloran lágrimas de cocodrilo y sus palabras tienen el doble filo de una navaja.

Las mujeres alacranas llevan tatuada una estrella en cada pecho. Una estrella que brilla como faro en noches oscuras de tormenta brumosa. Esa luz enceguece, hipnotiza y enloquece de deseo a sus víctimas.

Las mujeres alacranas son vanidosas parlanchinas. Su cháchara es constante e interminable. Coquetas se miran a cada instante en el vidrio bruñido de los espejos, acomodan y reacomodan jugando una y otra vez sus cabellos. Se miran con tal insistencia porque tiene miedo de borrarse, de que la imagen se refleje en el azogue.

Las mujeres alacranas en lugar de entrañas (corazón, pulmones, estómago, tripas, útero) tiene un hueco, un socavón más negro que la boca de un lobo. Por lo tanto no pueden experimentar amor, odio, miedo, vergüenza....
Las mujeres alacranas no miran a los ojos. Rehuyen la mirada, la esconden. Son dos pozos profundos sus ojos, en cuyo fondo brillan dos carbones incandescentes. Su mirada es hipnótica. Paralizadora.
Las mujeres alacranas siempre están al acecho en busca de posibles víctimas . Se valen de miles de artimañas y artilugios. Camaleónicas cambian a cada instante de aspecto, metamorfoseando el cuerpo una y mil veces.
Los amantes de las mujeres alacranas sufren de constantes pesadillas, insomnios, alucinaciones y calenturas. Son muertos vivos. Pierden el gusto por vivir. Sobreviven sin recuerdos. Están secos por dentro. Se les deshidrata el corazón, los sesos y el triperío. Cuando caminan, si es que aún pueden hacerlo, los amantes de las mujeres alacranas, suenan sus cuerpos como ríos que arrastran millones de guijarros.
Las mujeres alacranas son inmortales, eternas. Caminan garbosas, tienen apariencia rutilante, divina, glamorosa, sus cuerpos son majestuosamente elásticos, de una belleza increíble. Sin embargo, nadie las recuerda. Las mujeres alacranas. Las cabronas mujeres alacranas.




1 comentarios:

Carla dijo...

El texto es del maestro Alberto Huerta Villaseñor, efectivamente, radicado en Jerez Zacatecas =)