jueves, 10 de marzo de 2011

El desamor

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El desamor o el desengaño, que no son lo mismo pero es igual, es cuando te enamoras o ilusionas con alguien y resulta que ese alguien no es como tú esperas. Pero al final de cuentas la culpa es tuya por imaginarlo mejor de lo que es en realidad. Pero cuando la crudeza de la vida nos golpea y nos rompe la ilusión en mil pedazos duele. Y duele no por lo que pudo ser y no fue, sino porque nos abre los ojos y nos muestra la miseria humana, que nadie es bueno, que todos engañan, que el mundo maravilloso que te enseñaron de niña se fue, se perdió en los senderos de quién sabe dónde buscando quién sabe qué y que esos sueños, ilusiones y esperanzas se van erosionando poco a poco hasta que llegue el día en que creer en alguien sea del todo imposible. Duele la falta de esperanza, la pérdida de la fe, el descubrir que en realidad si estás SOLA en el mundo, que no existen los príncipes azules, que nadie jamás vendrá a rescatarte de tu hechizo, que nadie se volverá príncipe con un beso, que el amor no todo lo puede, en fin, que no hay salvación.

Y después de tantas desventuras amorosas y no amorosas y desengaños yo me pregunto ¿Cómo se puede seguir en este mundo, sin esperanza, sin fe, sin una mísera luz de luciérnaga que te ilumine el camino? ¿Cómo se logra superar tanta desesperanza, tanta soledad, tanta desilusión, tanto no poder creer?


Quisiera volver a ser la niña que fui: con el alma incólume, sin mancha, sin culpa, sin horror, sin desengaños, con ilusiones siempre nuevas, esperanzada en el futuro y no ser esto que soy ahora: un ser que vegeta esperando el nuevo golpe, la nueva rasgadura en la psiquis emocional, el nuevo jirón del corazón... aguardando el próximo golpe de la vida.