lunes, 17 de noviembre de 2008

Pensamientos Peregrinos

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Quiero brindar en este instante por tu ausencia.
Por las palabras no dichas, pos los besos no reclamados.
Por este amor infame que ha sido mi martirio;
por este desear tanto y tanto y no encontrar alivio.

Mi vela errante por el mundo vaga
sin ruta establecida ni destino cierto
y mi sol, que tanto alumbró, poco a poco se apaga
y mi alma se quebranta y mi piel se eriza
al reconocer a la única compañera de mis días
y mis noches por venir, por lo demás vieja conocida,:
... la soledad.

Algo me pasa, mi cerebro se confunde;
ya no miro, ni oigo, ni rio; solo pienso y escribo.

La locura viene a mi ¡bienvenida sea!
La sífilis progresando en mi cerebro;
la lepra carcomiendome las entrañas
¿Me estarán embrujando?
¿Pero quién? ¡Si a nadie le importo un carajo!

Es mi cansado cuerpo que ya pide tierra.
Que está cansado de sufrir y pensar:
Pensar en sufrir y sufrir por pensar.
Circulo maldito que no se rompe ni con dinamita.
Circulo vicioso que sigue dando pie a las margaritas.

Yo ya no creo en nadie, ni en mí misma.
La fe se me ha acabado...
rondando por callejones estrechos y empedrados,
no sé como ni cuando...
la fe se me ha extraviado.

jueves, 13 de noviembre de 2008

El malbicho del amor

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A mis veintimuchos años aún me enamoro o me enamorisqueo, que no es lo mismo, pero es igual. Y yo que creí que eso solo les pasaba a las jovencitas pubertas calenturientas, no a las mujeres experimentadas, desilucionadas de la vida y con complejos muy cabrones como yo.

Las únicas batallas que he perdido han sido con ese hideputa (como dijera Cervantes) llamado "amor". Por eso le propuse un trato, un convenio de no agresión. Él no me molestaría y yo no trataría de tenerlo a mi lado. Cada quién su vida y su camino y sus penas.

Ahora viene el maldito, rompiendo el trato, con otro rostro, otro nombre, otra voz, otras formas a tratar de engañarme (jaaa!) a MI, a mi que ya estoy cansada de pensares y pesares. Pero no, bichito, esta vez no me dañaras, ni siquiera te dejaré acercarte. ¡Conmigo te jodiste, cabrón! Ya yo tengo el antídoto para ti. Me costó muchos años, desengaños y desamores, pero ya tú no me jodes más.